domingo, 12 de febrero de 2012

Desafíos

Tomar conciencia de las creencias limitadoras suele ser difícil, ya que las creencias tienden a permanecer ocultas en nuestro subconsciente. Yo estoy tratando de superar mis retos personales. Con cada nueva acción que tomo, mis miedos y creencias limitadoras se ven obligados a levantarse de la clandestinidad. Algunas preguntas que sería bueno hacerse:

¿Qué me digo a mi cuando la situación me parece inalcanzable?

¿Qué creo de mi cuando me enfrento a un callejón sin salida?

¿Por qué es mi/mis meta/s inalcanzable/s?

¿Qué habilidades me faltan para lograrlo?

¿Por qué no me merezco lograr mi/s meta/s?

¿Cómo mis creencias me mantienen atascada/segura?

¿Qué beneficio obtengo al mantener esta creencia?

Aunque la superación de un desafío personal es temible e incómoda, en vez de tratarla como un enemigo, vamos a mirarla como un amigo. Es una oportunidad de oro para descubrir completamente las creencias limitadoras y reemplazarlas con nuevas creencias de poder.

Para superar mis creencias limitadoras, examino las creencias que tengo sobre el tema que me ocupe. Cuestionándome su validez y decido si esas creencias son realmente las que quieres mantener para el futuro. Si no es así las sustituyo por otras mejores.

Tengo muchos desafío, unos son diarios, a medio y a largo plazo, algunos me vienen del exterior y otros son internos, también puede parecer poca cosa para vosotras, cada cual tiene los suyos, pero no por eso son menos desafiantes que otros que aparentan ser más importantes.

Algunos desafíos:
Elegir la ropa que me voy a poner mañana.
Que cocino hoy. 
Enfrentarme a una hoja en blanco donde desnudar mi alma.
Estar motivada para hacer frente a la vida.
Sentirme bien con el hecho de envejecer.
Vender lotería.
Hacer los cuadernos y que los lean mis compañeras.
Abrí blogs.
Acoger a una nueva niña.
Dibujar.
Leer en voz alta, habla en publico.
Hacer frente a la impotencia y a los abusos.
No ser una familia, entendiendo esta por padres e hijos.
No tener hijos.
Llegar a ser mujer anciana sin dinero, sin recursos, sin marido, sin salud...
No hacer nada emocionante, tener una vida monótona y aburrida.
Aprender hacer cosas nuevas.
Sentirme segura y confianza de mi misma.
Ser más tolerante, paciente, mejor escuchadora, con mejor autoestima…

Estos son algunos de los que se me han ocurrió de pronto y sin meditar demasiado al respecto, habrá más.

Mis desafíos no están para hundirme. Mis desafíos existen para hacerme avanzar, para sacar lo mejor de mí, para empujarme hacia mi realización como persona madura. Mis desafíos son difíciles e incómodos. Eso es, precisamente, lo que les otorga esencia y valor. La verdadera grandeza proviene de enfrentarme regularmente y con éxito a una gran variedad de desafíos.

Texto original de: Mª Asun Contreras